Se trata de una de esas bandas
cuya vida fue corta y desconocida para el gran público, y que una vez más es
rescatada por un sello minoritario. Nada o poco se sabe de este trío británico
que dejó 2 álbumes en su cuenta, de muy diferente factura uno y otro.
Se abre el disco con un tema que
ocupa toda la primera cara y que se puede decir es la joya del álbum. Dividida
en cuatro partes es una muestra de la creatividad compositiva de su alma mater,
el teclista Hinkley. El sonido está formado por sus intervenciones al órgano en
una atmósfera seudo-psicodélica, una guitarra lastimera de alma bluesera y unos
arreglos muy interesantes a base de orquestación y conjunto de instrumentos de
viento, cuya colaboración es fundamental a lo largo de toda la obra. Un tema
variado con cuatro partes bien diferenciadas a través de los giros que se
producen en el ritmo establecido con momentos de mucha calidad en un grupo que
por decirlo así, era novato. La cara A
terminará con una versión del "Paint it black" de los ROLLING, mucho
más endurecida , psicodélica y completada con improvisaciones y nuevos
elementos.
La segunda cara con cortes de
menor minutaje comienza con un estallido de teclados y metales introduciéndonos
en un ritmo contagioso que no se abandonará hasta el final de la canción. La
influencia de blues se hace más patente y el sonido se arraiga más en el
rock'n'roll con mayor protagonismo de la
guitarra como en "U.S.A", un
rock a tempo de blues o en el último bloque, "Rock'n'roll man" que no
es sino el famoso "Johnny B. Goode" de CHUCK BERRY ,llevado a
terrenos de improvisación, experimentación y psicodelia.
Un trabajo que encierra pasajes
brillantes, el cual no debe pasar desapercibido para los amantes del
progresivo.