"Mientras me afanaba entre bastidores con un soldador eléctrico y cola, restaurando mis maltrechas Fender Stratocasters, la base de fans neoyorquinas de los Who iba fermentando con un afecto y una dedicación jamás igualados en ninguna otra parte del mundo. Si hoy me instalara en un colchón en la Quinta Avenida, podría vivir el resto de mi vida de la generosidad y lealtad de nuestros fans de Nueva York.
De entre aquellos chicos del teatro RKO sigo conociendo a una veintena por su nombre. Puedo identificar al menos un centenar de caras. Sé los nombres de algunos de sus padres. Varios chicos han trabajado conmigo en diversas ocasiones a lo largo de los años, y algunos han escrito libros o realizado filmaciones sobre nosotros. Otros se limitaron simplemente a observar, crecieron e hicieron lo que fuera que se hubieran propuesto con la misma dedicada, compulsiva demencia que vieron en nuestras actuaciones.
Habíamos anticipado un nuevo concepto. la destrucción es arte si se sintoniza con música. Marcamos una pauta: caemos y nos volvemos a levantar. Los neoyorquinos adoraban aquello, y los fans de Nueva York portaron aquel estandarte junto a nosotros durante muchos años, hasta que nosotros mismos dejamos de estar a la altura."
-
White
bird
- A
hot summer day -
Wasted
union blues
-
Girl
with no eyes
2ª
Cara:
-
Bombay calling
-
Bulgaria
-
Time is
Sin
hacer mucho ruido pasaron fugazmente por el panorama musical de la
época y con el transcurso del tiempo han ido surgiendo críticas
favorables a su trabajo reconociendo su valía y su innovación
dentro del estilo. Ya sabemos muchos casos en que se producen estas
situaciones en que no tienen fruto los resultado en el momento de su
existencia, y después cuando se observa la escena desde el futuro,
entonces, es cuando realmente se es consciente de la maravilla que
encierra.
Esta
vieja banda de San Francisco nace en 1967 y por supuesto no logran el
éxito de otros coetáneos del panorama de la Costa Oeste, como eran
GRATEFUL DEAD, JEFFERSON AIRPLANE, THE MAMAS &
THE PAPAS...etc, zona en plena efervescencia y más presente
dentro del mundo del rock Estadounidense en aquel instante. Mucha
culpa de su falta de éxito seguramente la tiene su primer mánager,
Matthew Katz, un tipo algo “trapalas”, y es
que cuando se empieza mal luego no es fácil enderezar el rumbo. Katz
los convenció para que no actuasen en San Francisco, decía que no
estaban preparados. Con la excusa se los lleva a Seattle donde
vivieron durante unos meses componiendo en un ático que pertenecía
a Katz, y también actuarían en un club de la ciudad que
casualmente, mira por donde, también era propiedad del amigo Katz.
Tras
la tomadura de pelo, cuando ya fueron conscientes, se vuelven a San
Francisco frustrados por el engaño y sin nada de dinero en los
bolsillos. Sin objetivo ni mira alguna, deciden ponerse a tocar en
algunos clubes, ferias y salas de fiestas, consiguiendo cierta
publicidad y nombre además de algo de dinero, y todo ello a espaldas
de su avaro mánager. Llegaron incluso a “abrir” para CREAM, es a
partir de aquí cuando encuentran la confianza en sí mismos y el
valor para enfrentarse a Katz y desembarazarse de él. Resultaron
tener un sonido muy original y vanguardista que les diferenciaba del
grueso de bandas, una amalgama de estilos, rock, folk, clásica,
jazz, psicodelia, prog….. cuya personalidad residía en el violín
de David, las percusiones de Patti y los teclados de Linda. Pero sus
temas ambientados con el movimiento hippy tenían un alma muy
influenciada por los súbditos del verano del amor.
Lograda
la libertad, David Laflamme, reputado violinista que
ya había tocado con personajes como Jerry García y
Janis Joplin se erige en productor del grupo y con los ahorros
conseguidos consiguen publicar su álbum homónimo de debut en Los
Angeles a través de Columbia Records. A partir de ahí, la banda
paso por una sucesión de entradas y salidas de miembros en la
formación. La primera en abandonar fue la esposa de David, Linda
Laflamme, en 1970, prácticamente después del debut, uno de
los pilares fundamentales. Las causas mayoritarias fueron el
divorcio de David y su separación de los escenarios debido a haber
recibido un botellazo en la cabeza durante una actuación. Y al
tiempo también David que era el nexo de unión del proyecto, en 1972
agotado con la gestión y la dirección, decide dejarlo. A ello hay
que sumar también las desavenencias internas que hacia tiempo
resquebrajaban la cohesión de la agrupación. De hecho su último
álbum fue grabado ese año, pero no se publicaría hasta el
siguiente, después de una gira, que resultaría de despedida, la
banda quedó huérfana de sus fundadores, aunque siguió adelante no
por mucho tiempo.
Cuando
ponemos el plato a funcionar, la primera en aparecer es White
bird, su pieza más codiciada y con la que llegaron más
lejos en las listas. La inspiración para escribirla les vino de su
estancia en aquel ático de Seattle del que no se podían mover
porque no tenía dinero ni para autobús. El tiempo tampoco les
acompañaba y llovía día si día también. La sensación de estar
encerrados como un pájaro en una jaula les abocó a componerla. Es
una composición muy bella y sólida de la que se desprende una
clara atmósfera Costa oeste, y
con una rítmica que transmite paz y buena energía. Las voces
de David y Patti suenan a la par, percusiones inconfundibles de la
caja de Patti y un teclado construyendo linealmente el fondo. También
se reconocen unos punteos de guitarra española haciendo un solo, que
no se van a prodigar en el resto del álbum, y por supuesto el
omnipresente violín de David transportando la estructura a sus
puntos álgidos.
Nuevamente
el histriónico violín nos introduce en otra pieza cálida, A
hot summer day, cantado por David y Patti, que hace su eco
en el estribillo. La lírica de las voces destaca sobre todo lo
demás, el teclado de Linda se escucha al fondo linealmente y el
violín se desarrolla junto a la armónica tejiendo un entramado con
matices folk que acaban poniendo el final. Con Wasted Unión
blues, nos despertamos del sueño hippy arrancado por la
guitarra psicodélica de Hal que ataca con dureza luchando en agudos
con el violín de David, el corte más pesado del disco que impone
una rítmica muy sesentera en conjunción con el piano y teclados que
también entran en las disonancias de un carrusel de histeria salvaje
que para en seco. En contraposición a la violencia de la composición
anterior surge para terminar un lado, Girl
with no eyes,
una bella y suave canción donde las voces de David y Patti (la cual
tiene una voz cálida y clara) juegan acompañados de una guitarra
minimalista, el violín y el Harspsicord que contagian de clasicismo
todo el ambiente a través de sus giros escalados, convirtiéndose en
un pequeño oasis de intimismo.
Al
otro lado del vinilo el inicio nos llama poderosamente la atención
con los primeros compases de Bombay calling, que
reconocemos rápidamente y asociamos con DEEP PURPLE, y su
conocido tema Child in time. Pero no, no se trata de una
versión, de hecho es original de la banda, y fueron los ingleses los
que se apropiaron de esos compases descaradamente y poder así
modelarlo a su gusto. Al matrimonio Laflamme no le hizo ninguna
gracia, pero no estaban las cosas como para meterse en más follones,
así que su venganza fue crear un tema llamadoDon &
Dewey, que es idéntica a Wring that neckde
los Purple y que se publicaría en un álbum posterior. Aquí paz y
después gloria, todo saldado. Al margen de la anécdota la pieza
viaja con ritmo animado que nos mantiene en alerta a través de una
atractiva percusión de la mano de Val Fuentes y con un
excelente trabajo de violín y guitarra enfrentados uno al otro entre
ambiente de aires arabescos.
David Laflamme
Entramos
en un ambiente pantanoso, brumoso y hechizado con el corte Bulgaria,
donde la voz de Dave es clara, calmada y acompañada por supuesto de
Patti y el grupo haciendo coros. La sensación es de mucha lentitud.
Lo más importante es la melodía vocal de tintes muy líricos. Dando
paso a la instrumentación con el violín y los agudos de Patti poco
a poco va acelerándose, pero sin apenas percusión hasta un órgano
incisivo que empalma con el último tema, y el más largo de todos,
Time is, la composición más experimental y larga de
todas sin duda, donde hay mucho de la improvisación en los
entresijos de la parte instrumental. Compases muy obsesivos que
surgen tras un estribillo en el que Dave nos explica cuantas cosas
son el tiempo. Melodías disonantes donde cada miembro va
introduciendo los elementos que cree apropiados. Val dispone de un
espacio para explayarse con su batería, el órgano de Linda se
muestra salvaje, extraño y experimental y nuevamente con tintes
arabescos, todo ello en una espiral viajando a la deriva sin objetivo
ni concierto, como producto de una amarga ensoñación que termina
con un final seco y apropiado al espíritu reinante.
Mirando
la portada nos podemos despistar, no parece reflejar el contenido,
creo que eso es algo que nos ha pasado a muchos, una portada que ha
sido muy reconocida y valorada entre todas las portadas de Rock. Se
trata de una pintura de 1912 realizada por Charles Courtney Curren
titulada Mujer en la cima de una montaña. No pudo ser más
explicito el hombre.
"En enero de 2011, en el marco de la Winter NAMM, una feria de exposiciones del sector musical que se celebra cada año en el Centro de Convenciones de Anaheim, California, tres músicos debían ofrecer un show: Greg Howe, Brian Beller y Marco Minnemann. A ultimísima hora a Howe le fue imposible acudir, siendo reemplazado por otro virtuoso de las seis cuerdas, Guthrie Govan. Y tan entusiasta fue la reacción del público como la de los tres músicos al descubrir la increíble química que había surgido entre ellos, que decidieron que había que darle continuidad al tema".
Dave
Greenslade…………….Piano, clavinet, sintetizadores, Fender
Rhodes, Hammond, Mellotron, voz, co-productor.
Tony
Reeves………………..….Bajo
Simon
Phillips…………….…..Batería y percusiones
Mick
Grabham……………....Guitarra
Colaboraciones:
Steve Gould, Lissa Gray, Bill Jackman, Dave Markee, John Perry,
Martin Ford y Simon Jeffes
1ª
Cara:
-
Pedro`s party
-
Gettysberg
-
Swings and roundabouts - Time takes my time
-
Forever and ever
2ª
Cara:
-
Cactus choir:
a)
The rider
b)
Greeley and the rest
c)
March at sunset
-
Country dance
-
Finale
Podríamos
estar hablando de un Lp más de la banda GREENSLADE, mismo sonido y
mismo estilo de la carpeta que lo guarda, a cargo de Roger
Dean……..pero no es así exactamente. Dave Greenslade
que fue fundador de aquella banda, y que dejó su apellido en ella,
comenzó tras su finalización una carrera en solitario y este fue su
primer álbum, tal vez el más afortunado de ellos, los que vendrían
después son mediocres y no alcanzarán ni de lejos la calidad de sus
trabajos dentro de otras formaciones a las que perteneció.
Hijo
de Jack Greenslade, pianista semiprofesional que dirigió
bandas de baile en los años 30. Sus padres le animaron desde pequeño
a tocar el piano y a los 13 años entró en el club juvenil de una
iglesia local donde tocando conoció a Jon Hiseman y su viejo
amigo Tony Reeves (ambos en Colosseum) . Sus comienzos fueron
en CHRIS FARLOWE’S THUNDERBIRDS, influenciado por el
pianista Bill Evans, entre otros. Allí su recorrido no dejaría
huella, empezando a escribir su pasado en grandes empresas como
COLOSSEUM donde más destacó, realizando mucho trabajo desde
el aspecto jazzístico. También pasaría fugazmente por otro
monstruo de nombre breve, IF, también orientado al jazz. Pero
será más recordado por su fundación junto a Tony Reeves,
magnifico bajista, por GREENSLADE donde crearon
4 álbumes de gran factura integrados en el rock progresivo
instrumental, puesto que apenas hubo letra. Es aquí donde su nombre
empieza a pertenecer a los grandes teclistas de los años 70.
Como
les sucedió a muchos grupos de aquella época, cuando firmaron el
contrato con la discográfica, o sus managers no leyeron bien la
letra pequeña, o les jugaron una mala pasada. El caso es que llegó
un momento en que si querían dejar la compañía tenían que hacer
un desembolso de dinero brutal, tanto que era imposible conseguir esa
cantidad. Al final Dave que era la cabeza visible se vio abocado a
deshacer el grupo, rompiendo acuerdos y comenzando de nuevo. Su
periplo en solitario se iniciaba aquí.
Aprovechando
material que no había llegado a ser distribuido con Greenslade y
también echando mano de composiciones que habían sido desechadas
para los álbumes que se grabaron, Dave publicó al año siguiente de
su separación, Cactus Choir, con
una renovación en filas donde no podía faltar su estimado compañero
de fatigas, Tony Reeves. Otros miembros importantes que integraron el
combo fueron Simon Phillips
reputado batería, auténtico mercenario y Mick
Grabham
ex-guitarrista de PROCOL HARUM.
Este
álbum ofrece desde valses hasta música clásica y blues, incluye
progresiones fascinantes y ritmos complejos, algo que Dave valora
mucho a la hora de componer, por eso para su base rítmica se ha
provisto de dos músicos excepcionales Reeves y Phillips, para estar
a la áltura del binomio Tony
Reeves – Andrew McCulloch de
los anteriores Greenslade. Aquí deja apartados el órgano y el piano
eléctrico sustituidos por una amplia gama de sintetizadores creando
sonidos intensamente surrealistas.
No
hace más que sonar Pedro’s party
, para saber que estamos en el “universo Greenslade” y como reza
su título el ambiente es fiestero, épico y con una melodía que
bien podría pertenecer a algún tema del Jean Michel Jarre de los 90
con ese aire sencillo y desenvuelto en el teclado, una pieza corta
que no va más allá. Y es que el nivel que ofrece no cumple con
nuestras expectativas. Casi lo mismo se puede decir de Gettysburg,
otra pieza cantada, también de corte épico pero que no llega a
cumplir con la importancia de su trama, dejando el listón aún bajo.
Tanto en ésta como en Pedro’s
Party,
se encuentra una sencillez que desemboca en un aire comercial, tal
vez para enganchar.
Ya
será en Swings and roundabouts – Takes
my time,
donde
empezamos a reconocer las aptitudes de Dave cuando se pone en serio;
más complejidad en un extenso corte donde adivinamos muchas fases
diferentes con mucha alternancia y momentos experimentales y casi
improvisatorios. La bifurcación del título es palpable en la
composición donde se produce un silencio, algo raro en este músico,
que apenas deja espacio para ellos, rellenando siempre con arreglos y
melodías recurrentes. Pero ya en la orilla de Takes
my time
hay un hondo cambio drástico comenzando con un ritmo tranquilo y una
voz reforzada por un maravilloso coro femenino a cargo de Lissa
Gray con
registros imposibles. Música que se torna sugerente, melódica y
lírica, donde el mayor protagonismo es para la voz y la guitarra de
Mick.
En
mi opinión la mejor obra de todo el disco es Forever
and ever,
algo
corta, cerrando la primera cara. La pieza más completa, progresiva y
sólida. Épica de gran calado que va ganando enteros conforme se va
desarrollando y añadiendo capas de sintetizadores dentro de una
melodía acertada y con unos arreglos magníficos, muy inspirada y
que mejora a cada escucha, digna de sus mejores contribuciones.
Dave Greenslade y Dave Thomas
Al
otro lado surge el corte homónimo dividido en 3 partes difíciles de
discernir, extraño teniendo en cuenta que dura apenas 6 minutos.
Escuchamos desde el principio los indiscutibles solos caracoleados de
Dave tan característicos en su forma de atacar los teclados. Se
descubre orquestación en el fondo y la participación de un solemne
piano. Nuevamente hay letra y la unión de voz e instrumentos me
quiere recordar en su estructuración al grupo RARE BIRD, nada
descabellado teniendo en cuenta que canta Steve
Gould,
vocalista de aquellos. Una composición que para ser la que da título
al álbum no me parece estar a la altura, con una sección final que
se queda coja (March and sunset)
Country
dance,
es otro de esos temas clásicos que podrían pertenecer a su antigua
banda, muy agitado con los solos caracoleantes de un teclado
imprevisible. Saltos en la rítmica y en la melodía con un destacado
trabajo de Reeves
al bajo, que en un momento dado se pone en primera fila como hizo
algunas veces en Greenslade, y lo mismo podemos decir de Phillips,
demostrando la vieja complicidad existente entre los tres músicos.
Otra de sus mejores del disco.
Se
cierra el vinilo en paz a través de la obvia Finale,
un
viaje sonoro o al menos eso es lo que me transmite. Sorprende al
escuchar flauta, la de Martin
Ford, que
no se había manifestado hasta ahora, otro de los múltiples
colaboradores que abre paso y enmudece con la entrada del mellotrón
de Dave. Posiblemente la composición que encierra la faceta más
jazzy de todas. Otra gran melodía a cargo de los teclados y que se
subdivide entrando en un pasaje oscuro en una segunda parte ocupado
por violines y cellos que nos trasladan a otro sonido, a una
atmósfera inconfundible para la ELO.
Buen
disco, para todos los que amen sus trabajos anteriores, no van a
quedar defraudados, pero ojo, no vayáis mucho más allá buscando su
sello. Como decía el doctor
Zaius
en la película de 1968 “El planeta de los simios”: tal
vez no le guste lo que vaya a encontrar más allá…..