"Recuerdo luego a muchos treintañeros saldarlo de segunda mano, cuando todo aquello ya había pasado; incluso tengo en mente a uno de ellos humillado por el dependiente punkoide de una tienda espetándole algo así como -tengo un cajón lleno de esta mierda, no sé que os pasa a todos, ¿es que ya no os gusta fumar porros?-. Y cogió otro disco del estilo, no recuerdo cuál, y lo estampó contra el mostrador delante del otro.
El tío se ofendió, lógicamente, y salió de la tienda dando casi un portazo. Contraviniendo todas las leyes de la ética del coleccionismo, le seguí disimuladamente y le ofrecí una tasación más alto y garantizándole un final digno a aquella vieja copia de Paris, manoseada y con alguna quemadura en la portada, curtida en mil batallas y que aún poseo. Supongo que a muchos, estos apuntes les parecerán tonterías, pero es un intento de hacer sociología del disco como algo más que un soporte, algo estúpido, ya sé, en una era en que la música se guarda en un fichero virtual."
(Los grandes magos del sonido de los 70)
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