"El trato permitía a Kit y a Chris (manager de The Who) mantener el control de la banda pero por entonces no sabíamos nada del oneroso acuerdo que Kit tuvo que firmar con Shel, el verano se arrastró con nuestras payasadas escénicas que ya resultaban una parodia de autodestrucción bajo el humo y los flashes.
Kit y Chris los hombres que hicieron a The who
El colofón, en el festival de jazz y blues de Windsor, lo protagonizó Keith asomándose al escenario con un látigo y una actriz rubia en atuendo de cuero."
Tomás
Bohorquez……………………...Hammond, piano eléctrico,
moog, mellotrón
Jose
Luís Campuzano “Sherpa”……….Bajo
Chupi
de la Fuente……………..……...Batería
1ª
Cara:
-
Hello
-
Cuando el tren se detuvo en la estación
-
2000 años tristes
-
Pájaro amigo
2ª
Cara:
-
Otoño en cualquier lugar
-
Beatles
-
Cristo
La
formación nace en 1969, uno de sus fundadores Pepe Robles,
pendiente de los que sucedía allende nuestras fronteras, decide
alejarse de las corrientes musicales más presentes en España por
entonces y ensambla el proyecto MODULOS.
Lo
tomarían muy en serio, sus ensayos se alargaban hasta las 8 horas
cada día, según aseguran sus miembros. Las influencias de Robles
son guitarristas de vanguardia de primera categoría como Robert
Fripp y Steve Howe, como ejemplo. En los
primeros trabajos se esforzaban más por obtener reconocimiento que
por crear realmente lo que más hubieran preferido. De esa forma
temas de corto minutaje hacen que tengan un solido enganche en la
sociedad española, que era a todo lo que podían aspirar. El gusto
de la banda iba por derroteros de conjuntos como BEATLES,
YOUNG RASCALS y los psicodélicos VANILLA FUDGE.
En
1973 Robles sufre un tremendo accidente de coche en el cual
podía haber llegado a morir. Eso supone que causaría baja por mucho
tiempo, pero el grupo seguirá adelante, llegando a grabarse un álbum
sin su presencia, un disco que supondría un punto de inflexión en
la carrera de Módulos. Tras él algunos de los miembros abandonan el
barco por diferencias de criterio respecto al camino musical a seguir
y también se rompe con Hispavox, el sello discográfico.
El
futuro que tenían por delante con el desmembramiento planeaba
complicado. Quedaron solos Robles y Bohorquez, el núcleo
duro, y la forma de sobrevivir fue con la edición de recopilatorios,
salvando los muebles lo suficiente para que en 1978, tras rehacerse
con nuevos miembros al bajo y a la batería comenzasen a grabar este
homónimo con nueva temática en las letras, y con una mayor
experimentación al contar con más libertad compositiva que antes.
Pasaría
sin pena ni gloria, con una repercusión mediática deficiente, las
letras utópicas y plagadas de elementos mágicos y naturaleza
tendrían que dejar paso a la cotidianidad, la realidad terrenal y el
descaro que emergía con las nuevas corrientes del rock.
Centrándonos
en el álbum hay que decir que muestran piezas más largas de lo
solían hacer a revueltas con otras más efímeras, el sonido
progresivo a lo largo de todo el disco es de tintes sencillos, no
contiene pesos pesados, todo se construye sobre guitarras
cristalinas, acústicas y de arpegios limpios y rasgeos inteligibles,
cuidando mucho los coros de voces incluyendo unos arreglos sutiles y
efectivos, mostrando todavía una tibieza que tal vez arrastran de
su pasado más pop.
Buscando
siempre la melodía y lirismo en la voz, muy característica y fácil
de reconocer, se suceden texturas ricas en tonalidades con un deje de
melancolía que impregna toda la obra, como si de alguna manera nos
quisieran transmitir la sensación de un final definitivo, que no lo
fue, pero que a efectos prácticos se puede considerar que sí.
En
la primera cara el piano y la guitarra tienen protagonismo en los
momentos instrumentales, sin olvidar los coros de voces. “Hello”
es un corte remilgado que conforme avanza va tomando forma de
estructura que se quiere alejar de convencionalismos, y “Cuando
el tren se detuvo en la estación” ya enseña los dientes
con una instrumentación levantada sobre estructuras más del estilo
progresivo, con una coda que se repite mientras la guitarra eléctrica
nos conduce al final. Sin duda la balada triste del disco sea “2000
años tristes”, como bien dice el título, donde la voz
estira la vocal de la última sílaba del verso, formando una
cadencia tonal preciosa y contando una historia en la que la guitarra
hace suaves arpegios y el piano se lleva la mayor parte de los
arreglos. Este lado acaba con “pájaro amigo” , un
tema muy parecido al anterior en el que domina un fraseo de guitarra,
coros y en el que nuevamente el piano hace trabajo de arreglos y
melodía, aunque en esta pieza la guitarra de Robles marca un bonito
solo de guitarra solista para terminar.
El
lado B comienza con “Otoño en cualquier lugar” con
un inicio de órgano que nos avisa de que vamos a apreciar más
trabajo que en la cara A. Un comienzo fulgurante que nos trae a la
memoria similitudes con “Premiata Forneria Marconi” en su famoso
Photos of ghosts. La estructura nuevamente se aproxima
mucho más a los estándares de un corte progresivo, alejándose de
la fórmula comercial. Una pieza que va enriqueciendo la labor
conforme avanza en el tiempo, produciendo contraste de cambio de
ritmo, endurecido en la guitarra rítmica, con afloración de juegos
de sonidos extraños y final algo abrupto. “Beatles”
es un homenaje a los cuatro de Liverpool, con unos bonitos arreglos
que recuerdan a la ELO y la letra que versa sobre ellos, un
referente para la banda como lo fue para tantos en aquellos años.
Acaba el disco con otro corte más complejo y encaminado hacia bases
progresivas, “Cristo” que posiblemente sea el mejor
y más completo desde el punto de vista compositivo. Un gran trabajo
de Hammond y guitarra donde más enérgicos y contundentes se
muestran.
Un
disco donde se echa de menos una mayor producción y unos temas que
en varios casos se muestran escasos y desearíamos unos desarrollos
más extensos. Una obra que sabe a poco pero que deja patente el
maravilloso sonido de la guitarra de Robles, una delicia. Tal vez si
hubieran continuado en la misma senda habríamos contado con alguna
joya más refinada, pero el tiempo no era el correcto. Había que
terminar.
"George Harrison quiso dejarnos como el ángel misterioso que siempre quiso ser, el personaje que le encantaba parecer. Siempre me acordaré de que su mejor solo de guitarra lo hizo en Badge, el tema de los Cream, con su gran amigo Eric Clapton, en el álbum Goodbye. Aquel solo, maravilloso, único, lo firmó bajo el seudónimo de L'Angelo Misterioso"
(El Sargento Pepper nunca estuvo alli: Julián Ruiz)
"El disco que tenia en mente se grabaría entre agosto y noviembre de 1976, en su pequeño estudio casero de la Rue de Trémoille. Era un apartamento totalmente vacío -Flore se había llevado todo cuando se fue de casa- y con todas las paredes pintadas de negro.
Ahora contaba con más instrumentos de los que había utilizado en sus anteriores trabajos. Deserted Palace y Les Granges Brûlees, pero tampoco eran demasiados: entre los nuevos había un mellotron con varias teclas rotas que rescató de los estudios Ferber, donde grabó con Christophe -de hecho, las melodías de temas tan icónicos como, por ejemplo, Oxygène II se tuvieron que adaptar a las teclas que funcionaban del maltrecho aparato-, así como con una Korg Minipops, un Eminent y un ARP 2600, entre otros instrumentos."