"Hacía años que se celebraba en la explanada de Canet, una localidad de la costa catalana, un festival denominado 'Les sis hores de Canet', que era un adecuado muestrario de lo hecho durante todo el año en lo correspondiente a cançó. En 1975 los organizadores, Pebrots Interprises (La Trinca), deciden hacer un festival paralelo dos semanas después, al que llaman Canet-Rock: 12 hores de música y Follia. el festival se convertirá en la mayor concentración humana por ver la muestra de música laietana que nadie podía esperar. casi cincuenta mil personas llenaron el recinto para pasar un día al aire libre, escuchando y viendo música durante toda la noche, seguramente acabando en la madrugada dominical en la playa cercana dándose un chapuzón.
El cartel era lo suficientemente interesante para obligar a cualquier amante del jazz o el rock a desplazarse hasta la bella localidad costera. La mayoría lo hicieron en tren, otros llegaron en sus coches, e incluso hubo más de uno que llegó en plan peregrinación, andando con su mochila en la espalda y con barba de varios días. Todo resultó apoteósico, la idea del Woodstock catalán había sido plasmada."
De aire algo chicano y vestidos
para la ocasión bajo la "Swinging london" de rigor, se presenta el
grupo en la portada como una más de la época. Cuando las carpetas diseñadas de
los 70 todavía estaban por llegar, lo normal era la foto al completo de la
formación sin más. Este es uno de esos discos fundamentales, pero que no es
fácil de descubrir, a no ser que alguien te ponga en antecedentes o San Youtube te ilumine, pero nuestro
interés va en aumento cuando te dicen que un lado es ocupado por un sola suite
de 21 minutos nada menos, y que en single vendió el millón de
ejemplares........eso son palabras mayores.
El quinteto en cuestión, procedente
de la industrial Detroit, debutaría nada más y nada menos que con el sello Motown, discográfica orientada a
impulsar la carrera de bandas negras o de color que mostrasen una calidad y una
proyección lo suficientemente alta para ser reclutados, siempre bajo premisas
de sonido soul, funk, blues, Rythm'n' Blues, gospel, es decir, todo aquello
afín al "black power" que tantos problemas arrastraba por la
segregación racial, un movimiento convulso todavía en los años 60 que se
encendió más si cabe tras la muerte de su carismático líder Martin L. King en
los primeros años de la década. ¿Un grupo de blancos haciendo música negra? Con
intención de agradar a todos, la Motown acuñó para los muchachos de RARE EARTH una variante de la misma
Motown que se denominó con el mismo nombre de la banda. Anteriormente ya habían
publicado un álbum con otra compañía que pasó totalmente desapercibido, y ahora
en la Motown, daban a luz Get readycon la etiqueta de primer Lp de la banda, hasta el punto de que
debido a la repercusión nadie volvió a nombrar ese primer vestigio de su
existencia, pasando a ser considerado oficialmente la presentación de RARE EARTH.
La verdad es que el hecho de que
fueran admitidos por la Motown tiene lógica porque su música está impregnada de
sentimiento y alma donde se refleja la esencia y tradición negra. El ritmo
remarcado define la pauta sólidamente, la voz se eleva limpia, clara, profunda
de excelente vocalización y obtiene respuesta en forma de coros que interpelan,
adquiriendo una atmósfera soul que se acrecienta con la aportación de los
metales. La característica que los aleja del patrón general soul del momento es
la guitarra hiriente y psicodélica que rompe con la armonía, pura distorsión
que me recuerda mucho en su interpretación y sonido a la del "in a gadda da vida" de los IRON
BUTTERFLY, absolutamente corrosiva soltando ácido por el mástil,
rasgando los temas internamente. Por supuesto el órgano trabaja en la misma
dirección y los ramalazos psicodélicos están a la orden del día, un hammond
giratorio con gran peso dentro de las composiciones tanto en solos como en
acompañamiento. Otro elemento destacable es la batería que se inclina por una
llamativa "caja", unos potentes platillos de chaston y un bombo que
no ceja.Es difícil imaginarse la música
al completo y su catalogación, puesto que podemos encontrar Rock, soul, jazz,
blues, psicodelia, todo ello dentro del mismo envase.
Su rápida incorporación a Motown
conllevó que no tuvieran apenas piezas suficientes como para poder prensar un
long play.Su plantel contaba con los
primeros 5 cortes incluidos en la cara 1. Pero había que llenar toda la cara 2.
La solución fue adaptar un tema de apenas 3 minutos, propiedad de THE
TEMPATIONS, convirtiéndolo en una superproducción de 21 minutos
alucinante, no tiene desperdicio ni nos alienta al aburrimiento, vibrante de
principio a fin parece que se grabó en directo, pero no es así, meticulosamente
fueron introducidos gritos y aplausos en momentos específicos al milímetro
dando el pego y proporcionándole un aire de naturalidad y realismo. Comienza
con una introducción a base de saxo y órgano que emboca en el tema principal
sonando durante unos minutos hasta apagarse para dar paso a la intervención de
cada uno de los músicos que siguiendo la inercia de la melodía y el vivo ritmo
nos van a deleitar con 'solos' de cada uno de sus instrumentos, por este orden:
bajo - órgano - guitarra - saxo - batería, la cual cierra una actuación en sí
fantástica.
Ejercicio que quedará para la
posteridad catalogado casi de himno y que una vez ejecutada la suite no volverá
a sonar nunca igual en cada una de sus repeticiones, algo comprensible teniendo
en cuenta que se trataba de una exhibición musical por instrumento partiendo de
la creatividad, inspiración y arte del músico en cada momento. Como apuesta
alguna saga de estos libros que aparecen en todos los departamentos de librerías
y grandes almacenes, "100 discos que
debes oír antes de morir".
"La grabación de discos en vivo trajo consigo el inicio de un fenómeno hasta entonces desconocido en el rock: la piratería. No solo podían venderse ilegalmente las grabaciones legales si un empleado hacía una copia. Cualquier persona podía hacer lo mismo con la irrupción de las casetes y las grabadoras portátiles.
A partir de 1971 en los grandes mercados ilegales o los mercadillos callejeros podían verse puestos en los que se ofrecían grabaciones de conciertos en vivo, algunas de pésima calidad, pero capaces de despertar el interés de los aficionados más fanáticos. La piratería pronto fue una industria, discos con portadas espectaculares, novedades, incluso edición de discos antes de su salida oficial. Todo a precios más reducidos. Para cuando la industria se dio cuenta, ya era tarde. La piratería había llegado para quedarse.
La piratería cambió el negocio de la música. Se prohibió la entrada de cámaras o equipos de grabación en los conciertos. Pero el daño ya estaba hecho. La fiebre de los fans y el coleccionismo la convirtieron en un añadido del rock, algo que acabaría por hundir la industria discográfica desde finales de los años noventa, con la aparición del CD."