"Mike Olfield fue el artista individual más sorprendente, porque su primer LP, Tubular Bells, lo grabó integramente tocando él todos los instrumentos, que fueron 28, en 80 tomas de estudio hechas por separado. Un trabajo de ingeniería que marcó una época.
Tubular bells apareció justo antes del estallido de la crisis en la que, entonces, era la primera apuesta de una nueva discográfica, Virgin Records. Virgin eran las tiendas de mayores ventas de discos, y Richard Branson, su dueño, también quiso su editora. Gracias a Tubular bells la convirtió en una potencia y él acabaría siendo multimillonario.
Mike y Richard
Cuando estalló la crisis el disco se quedó sin existencias y no pudo ser reeditado ni repuesto en las tiendas por falta de vinilo. Pareció morir sin más, hasta que la música fue incluida en la banda sonora de la película El exorcista, la más vista de entonces y, esta vez sí, su reedición lo llevó al nº 1 en todo el mundo. A partir de aquí Oldfield se convirtió en uno de los grandes, con una serie de álbumes impecables."
"Los padres fundadores del rock sinfónico obtuvieron la gloria. Pasaron merecidamente a los anales de la música como superbandas. Fueron un huracán que arrasó con lo establecido creando una nueva forma de entender la música.
Generaron una gramática musical, con la que las bandas de los 80 y 90 crearon sus canciones. La segunda hornada no tuvo nunca el alcance ni la repercusión de sus predecesores. Los nombres de esas bandas permanecen en el anonimato para la mayor parte del público, o ligadas a algún que otro éxito comercial, como en el caso de Asia.
No obstante, fueron bandas que depuraron el sonido de los padres fundadores. Su música era más clara y contundente, pero carecían de lo fundamental: el efecto sorpresa."
(Historia del Neo Rock Progresivo: Christian Aguilera)
Reg
King……………...…….Guitarra rítmica, voz, piano y teclados
Brian
Godding……..…….Guitarra solista
Mick
Evans……..………...Bajo
Roger
Powell…..…..…...Batería
Colaboraciones
destacadas………………..Ian Whiteman, Marc Charig, Elton Dean,
Mick Taylor, Brian Auger, Nick Jones, Peter Dale
1ª
Cara:
-
Must be something else around
-
You go have yourself a good time
-
That ain’t living
-
In my dreams
-
Little boy
2ª
Cara:
-
10.000 miles
-
Down the drain
-
Savannah
-
Gone away
Antes
de publicar en solitario este álbum, Reggie estuvo al frente de
ACTION, un grupo de la órbita ‘mod’, de hecho el
preferido de los mods, menos pop que sus contemporáneos THE WHO o
SMALL FACES, pero siempre clandestinos, lo que los hacía más
atractivos, a pesar de contar con un numeroso público. Seguramente
debido a esto nunca llegaron a las listas de éxitos, siempre
desconocidos hasta el resurgimiento del estilo mod en los años 80 y
90.
Reggie
King había dejado la escuela en Hamstead (Londres) a los 16 años y
tras realizar trabajos sencillos, decidió unirse a Roger Powell,
Alan King y Mick Evans junto a la cantante Sandra Barry,
para forma THE BOYS, que practicaban beat. El amor al Soul provocó
que dieran un giro musical y formaron ACTION, tocando versiones en un
principio. Pero en 1965 consiguen un contrato discográfico con
Parlophone, donde realizaron una serie de sencillos, en los que
destacaba la voz de Reggie muy acorde a los cantantes de soul
americano que tanto gustaban a éste.
Ya
en 1967, los sonidos limpios de soul quedaban obsoletos y King que
había quedado impresionado con “Pet sounds” de BEACH
BOYS, comenzó a interesarse por la psicodelia, y la influencia de
THE BYRDS, fue básica. El problema es que no consiguieron grabar un
álbum completo con Parlophone por dificultades dentro del sello, que
se mantenía a duras penas. Además de esto, después de un
lamentable concierto en el club Blue Lagoon, que acabó con
multa por desperfectos, Reg abandonó la banda.
Intentaría
continuar como productor y vocalista de sesión, pero nunca consiguió
sobresalir con su trabajo. Su álbum se vendería muy mal, cayendo un
el olvido. Reg
se proclamó compositor, arreglista y productor para su obra en
solitario. Y desde luego escuchándolo puedes dar fe de que su
producción fue un desastre, no hace falta ser un experto en música
para darse cuenta.
A
pesar de haberse rodeado de grandes músicos del momento que
colaborarán, más unos que otros, en todas las canciones el
resultado no fue nada brillante. A King la producción le quedó como
el culo, sin más. La grabación ya muestra muchas carencias, la
ambientación es extraña y oclusiva provista de un sonido áspero
que permanece hasta el final. La energía no está bien focalizada y
se producen altibajos en el volumen en la entrada en acción de los
instrumentos, algo que avisa de una producción defectuosa. Existe
cacofonía y confusión cuando los instrumentos funcionan al completo
y algunos finales son precipitados acabando de manera brusca o sin
bajar la intensidad de volumen de forma correcta. Leyendo los
créditos de la contraportada descubro que entre el colectivo de
ingenieros que participaron en la grabación hay un tal “Eddie
Offord”, casi nada. Seguro que no recordará esa labor con mucho
interés, ni quiera hablar de ella, como si nunca hubiera existido.
Si
nos centramos exclusivamente en el aspecto compositivo y musical del
disco, hay que decir que todos los cortes están escritos por Reg y
Peter Dale. La versatilidad es patente, mucha variedad, las
influencias que recibe a lo largo de su carrera aparecen dibujadas en
sus temas. Rock de raíz, soul, música negra, percusiones, riffs
explosivos, swing, distorsión, estilo británico de los 60 con gran
aderezo de su pasado mod, y mucho, mucho arrojo y sentimiento.
La
fuerza del músico se observa en sus entradas con la guitarra rítmica
que forja la estructura temporal de la composición sonando en muchos
casos, más potente incluso que la guitarra solista, algo extraño,
que tal vez podemos asociar a la también inaudita producción del
mismo. A pesar de su grabación sorprende gratamente la autenticidad
musical y la frescura que derrochan las piezas que se van sucediendo.
Estamos ante un conjunto de buenas composiciones. Los arreglos
mayoritariamente son realizados por el piano, pero también
encontramos los instrumentos de viento. Su función unas veces más
acertadas que otras, puesto que en algún caso los arreglos de piano
son ocultados por instrumentos que enciman. También se observan
guitarras
desafinadas (That
ain’t living
,Down
the drain)
que
discurren paralelas por otro universo lo mejor de todo es su voz
racial y emocional cercana a la de Rod
Stewart
de FACES.
Cuando
llegamos a Savannah,
descubrimos que sin duda es su mejor corte, y además el más largo,
con casi 12 minutos nada menos, pero también es donde se aprecia muy
bien su fracasada producción con un batiburrillo instrumental hacia
el final donde no hay quien se aclare, un coctail de buena música
pero donde no somos capaces de descubrir los sabores. Nada más
empezar con una calma en la guitarra que precede a la tempestad, King
empieza a generar un riff rítmico que ya no abandonará y que
sustenta todo el bloque. Energía en estado puro que va “in
crescendo” sumando instrumentos y decibelios. Es el momento en el
que Brian
Auger
se luce al órgano siguiendo la endiablada guitarra o haciendo solos
con enormes barridos, algo que gusta mucho a Brian. Una pieza
machacona que atraviesa varias fases donde el riff cada vez es más
incendiario llegando a un tope sónico en el que reina la
indefinición y la cacofonía. Los solos de la guitarra de Godding se
suceden entre secciones, al igual que las intervenciones del órgano.
Podríamos calificar Savannah como el transcurso de una tormenta. Una
introducción dura, la fase de descarga y un final donde poco a poco
va amainando con una lluvia que acaba por cesar.
La
coda como dice su título Gone
away,
nos lleva lejos, una maravilla protagonizada por el órgano con una
cadencia descendente y una performance que bien podría pertenecer a
PROCOL
HARUM,
y con similitud a títulos como “Homburg”
ó “pilgrim
progress”.
Su estilo esta alejado de la fuerza empleada en piezas como
“Savannah”, mostrando el lado más soñador y sensible de Reggie.
Su
andadura musical tuvo un trágico final ya que sufrió un accidente
cayendo por una escaleras que le provocó una lesión por la que fue
operado con cirugía neural. Esto sucedió al poco de haberse unido a
la banda BB BLUNDER. Moriría a los 65 años, pero a causa de un
cáncer. Un
hombre que tal vez nunca supo encontrar su sitio y que atormentado se
quedó a medio camino.
"Durante una de las sesiones de octubre para A Quick One, conocí a Jimi Hendrix, que llevaba una desastrada chaqueta militar con botones de latón y charreteras rojas. Chas Chandler, su manager, me pidió que ayudara a aquel joven tímido a encontrar unos amplificadores apropiados. Le sugerí unos Marshall o unos Hiwatt (a los que entonces llamaban Sound city), y le conté las diferencias entre ambos, que no eran muchas.
Jimi compró ambas marcas; yo me reproché a mí mismo haber recomendado unas armas tan poderosas. Cuando lo conocí no tenía idea de su talento, e ignoraba su carisma sobre el escenario. Naturalmente, estoy orgulloso de haber aportado mi grano de arena en la carrera de Jimi. Kit y Chris no dejaron que se le escapara a Track Records, y fue su primer nuevo fichaje."