"Keith estaba decidido a tener su gran fiesta de cumpleaños, espoleado por la pancarta que el Holiday Inn había colgado fuera del hotel: 'Felices veintiuno, Keith Moon.' De hecho, cumplía veinte. Para cuando me sumé a la fiesta, el pastel ya se había desparramado por los suelos, las paredes y la cara de Keith.
En la piscina había un Lincoln Continental que se balanceaba en el borde, a punto de caer. Parece que Keith había soltado el freno y lo había dejado deslizarse hasta allí. Traté de llevármelo a su habitación (ya era presa del furor) cuando se acercó un joven, pidiéndole su autógrafo; Keith le arrojó una lámpara y le dio en la cabeza.
También consiguió romperse los dientes, y de tal modo evitó el arresto, visto que ya se lo habían llevado al dentista.
Se nos prohibió volver a un Holiday Inn de por vida.
"Las nuevas bandas entendieron rápidamente que el tiempo de experimentación había pasado y que si querían sobrevivir, debían adaptarse a nuevos públicos. para ello tuvieron que recoger el legado de Pink Floyd, Genesis y Yes, pero dándole un tinte melódico más adecuado a los gustos de los 80. Si no querían quedarse en un primer álbum y desaparecer, debían hacerse más comerciales.
Incluso las superbandas de los 70 no tuvieron más remedio que pasar por ese proceso. Por ello fueron duramente criticados por su acólitos. Sin embargo, gracias a esa transformación se abrieron a un nuevo público."
(Historia del Neo Rock Progresivo. Christian Aguilera)
Karoly
Frenreisz………………..….Voz principal, bajo y saxo
Gábor
Nemeth…………………….…Batería, percusiones, coros
Gyula
Papp…………..………….....Hammond, mellotrón,
sintetizadores
Gábor
Antal Szücs………………...Voz y guitarra
1ª
Cara:
-
Menetirány
-
Rongylábkirály
-
Ne Haragudj Rám
-
Ágnes
-
Unnepnap
2ª
Cara:
-
Mondd, Te Szép Lány
-
Vezess Át Az Éjszakán
-
Ha Újra Kezdenénk
-
Nyújjtsd A Kezed Barátom
-
Újra Az Úton
En
los años 60 y 70 más allá de la frontera que separaba a los países
del pacto de Varsovia y a los integrantes de la OTAN,
era algo más que una simple frontera física. La información que
provenía de los países pro-soviéticos era mínima además de
controlada y edulcorada en todos los campos, y uno de ellos es el que
más nos interesa, la música. Pero además el problema era en ambos
sentidos, ni conseguía extenderse hacia la Europa “libre”, ni
esta albergaba esperanzas de darse a conocer en los países del
bloque rojo. No fue hasta los años 80 cuando con la muerte del Jefe
del Estado soviético Leónidas Breznev comenzaron a
surgir fisuras que poco a poco fueron fracturando esa férrea muralla
entre las dos Europas, y empezó a fluir con ligereza cosas, hechos y
vivencias que hasta ese momento eran inimaginables.
Aun
así muchas bandas que no llegaron a nada o que apenas publicaron,
nunca serán reconocidas y nos han ido llegando con cuenta gotas. Las
cosas no se hacían como en Europa occidental, y no quedan
testimonios gráficos, apenas fotografías y muy poco por escrito.
Hay honrosas excepciones (OMEGA, es un ejemplo) que tal vez
tuvieron la suerte de encontrar la oportunidad o las personas
adecuadas, o la no suerte, si es que en ocasiones fueron utilizados
como una extensión del partido comunista, catapultándoles como
elemento de propaganda política en países fuera del sector
soviético.
Una
de las muchas formaciones fue SKORPIÓ, en Hungría, nación
de otros paisanos importantes como los ya citados OMEGA, de
quien se observa cierta influencia en las melodías, muy específicas
y diferentes a las occidentales a la hora de construirlas. Se fundó
en 1973 con miembros ya consagrados en otras bandas menores donde
habían obtenido cierta reputación. Fue Karoly Frenreisz en primer
momento quién pensó en formar un trío al estilo ELP, pero lo
desechó y finalmente incluyó un guitarrista dando por concluida la
búsqueda. Así pues, se pusieron manos a la obra y comenzaron a
realizar una prolífica actividad a través de eventos tanto en
televisión como en la radio ( entes del estado, obviamente).
Una
vez que recopilaron material suficiente y aceptable grabarán su
segundo disco de estudio llamado “Ünnepnap”
que en húngaro viene a ser algo así como Vacaciones.
El primero ya había tenido bastante éxito, vendiendo 300.000 copias
y consiguiendo el 4º lugar entre los 10 mejores álbumes de rock
húngaro de todos los tiempos, más difícil de ver en las tiendas,
hoy en día, que este Unnepnap. Sus conciertos fueron una gran
experiencia realizando giras sobre todo en Europa del Este, pero con
el tiempo también llegaron a EEUU, Canadá, Suecia, Alemania,
Austria, la antigua Yugoslavia y Finlandia.
La
grabación de Unnepnap fue terminada con la última adquisición de
la banda, Gábor Nemeth que sustituyó al anterior
baterista. La distribución fue a cabo de la discográfica...…...¿a
qué no sabéis por quién?………... ¡por Pepita!……...quien
sino podía ser. Las ventas empezaron a bajar, y las cosas se fueron
complicando, de manera que el 4 de abril de 1979 se produjo la
disolución del grupo, aunque unos años después en 1985 Karoly
volvió a refundar Skorpió, y en 2013 la banda celebró el 40º
aniversario de su fundación con un gran concierto en Budapest
en la que participó su teclista inicial Gyula Papp
Una
vez que has escuchado todo el disco te percatas de que la producción
es muy pulcra, con pocas concesiones en cuanto a arreglos y fuegos
artificiales, pero muy profesional, controlada y clásica. No hay
lugar para la experimentación. La grabación igualmente es muy
correcta y sólida y no tendría nada que envidiar a la Europa
occidental, contando con peores medios seguramente. La música se
mueve entre el funky, el progresivo y el hard rock, con influencia de
agrupaciones de rock duro como URIAH HEEP, DEEP PURPLE
o de bandas de prog con toques funky provenientes del Krautrock
alemán. Los temas no son extensos y todos cantados en su idioma
natal, que seguramente os suene extraño por la falta de costumbre.
Analizando
el material, lo cierto es que se observa una escisión bastante
clara, por un lado tenemos la cara A orientada a temas de orientación
funky, que considero más rica e interesante y una cara B con
intención de hacer un rock más potente y enraizado en las
influencias de grupos ingleses, lo que no significa que el nivel
baje, simplemente es algo diferente, un sonido más clásico y menos
ingenioso, más basado en la potencia instrumental de la guitarra y
los teclados.
De
inicio queda patente su interés por el funky con Menetirány,
una canción instrumental en la que guitarra y teclado realizan unas
actuaciones funky de primera, las percusiones son ricas, también hay
sitio para el saxo y el bajo nos deja claro desde el principio que es
uno de los instrumentos clave en el grupo manejando y guiando,
imaginativo en todo momento (bueno, en la cara B, no es lo mismo).
Nuevamente con Rongylábkirály, volvemos a encontrar
ritmos interesantes y brillantes juegos de guitarra y teclados,
además de la complicidad de la voz de Karoly. Ne Haragudj Rám
es otro tema que se mueve en los mismos términos, aunque el teclado
tiene un comportamiento más prog y se aleja de ritmos funkys, no así
la guitarra. El estribillo muy accesible y armonioso hace que la
música roce la frontera comercial y atraiga al oyente con esas
armonías que se mueven en peldaños diferentes a los occidentales.
Con
Ágnes el bajo marca la estructura, tiene un sonido que
recuerda a temas de sus primos en OMEGA, moviéndose entre el prog y
funky, termina cuando parece que todavía queda espacio para más. El
cierre hacia la galleta lo ocupa la obra homónima y extensa dentro
de lo que hay, Ünnepnap. Es una pieza rara, puesto que
muestra por un lado trabajo elaborado del bajo llevando a un
estribillo que no le hace justicia, muy accesible y melódico y a un
ritmo estándar, desembocando al momento en una guitarra wah wah que
se desboca en unos solos de guitarra hard de una calidad excelsa que
la convierten en una pieza desequilibrada pero atractiva.
Damos
la vuelta al vinilo, y las cosas van a cambiar desde el principio,
desaparecen atisbos de funky y en su lugar la guitarra se pone
aguerrida. Mondd, Te Szép Lány nos deja muy patente
desde el comienzo que el hard a llegado para quedarse. La guitarra se
vuelve agresiva y los teclados atacan en plan ‘John Lord’.
El sonido guitarrero me recuerda a la guitarra de Martín Barre
en Aqualung de los JETHRO en como la ataca. Se pierde sentimiento en
pos de la potencia, el muro sonoro crece y los vatios se adueñan del
espacio. Es en Vezess Át Az Éjszakán donde se
observa el contraste entre un himno etéreo y celestial que nos
recibe y la agresividad del riff que se produce poco después,
también con un referente a Omega, y su estilo. El corte se reparte
entre estas diferencias abruptas invitándonos a seguir el obsesivo
estribillo explosivo con el que nos obsequian.
La
única composición que podemos denominar como una balada es Ha
Újra Kezdenénk, mostrándonos nuevamente armonías
diferentes. La guitarra se muestra dura pero melódica ofreciendo
sentimiento (Como Jan Akkerman en Silvia), el órgano está
omnipresente en posición de ‘piloto automático’, convirtiendo
la música en relajante con un crescendo instrumental conforme se
acerca al final. Nyújjtsd A Kezed Barátom, aporta
más originalidad y no es tan duro y directo como los antecesores con
más contenido prog que hard, buenas armonías vocales, seguramente
las mejores y mucho trabajo del teclado, arropado por una recia
guitarra. Echarán la cortina con Újra Az Úton en la
que la voz se desplaza por la escala y los teclados participan
haciendo un diálogo con la guitarra, a ver quien puede hacerlo más
difícil.
No
ofrecen nada que sea especial, no se trata de una banda con músicos
que alberguen ambición, ni deseo de realizar un producto
sorprendente, pero desde luego son profesionales y su trabajo se
mueve en unos cánones clasicistas del rock de la época que merecen
todo el respeto, puesto que su música es interesante y que deja
buenas sensaciones a no ser que busques con exigencia.
"Son las once de la noche. El recital ha acabado hace una hora, suspendido.
Palacio de deportes de Colonia: en las salidas posteriores está formando una centuria de la policía. Algunos agentes traen perros sin bozal. Luego todos se ponen en marcha y avanzan contra el resto de los 2000 visitantes del recital, amenazan al público, lo empujan fuera del palacio, lo persiguen por las instalaciones inmediatas. En opinión de los guardas del palacio de deportes, nunca más debería permitirse la entrada a un público así. Para ellos, los jóvenes solo son gentuza, salvajes y animales.
Algunos de los jóvenes visitantes han derribado los bancos del las gradas, mientras otros les contemplan y aplauden. No ha habido casi ninguna rotura. No ha habido enfrentamientos ni peleas. Algunos gritan a coro: 7,8,9,10 !mierda¡ quieren oír a Eric Clapton. Todo el tinglado había sido diestramente preparado para la comercialización de la música pop. Los empresarios presentaron a Eric Clapton como músico del año. Puesto que su propio conjunto, Blind Faith, solo había sido contratado para una gira por los Estados Unidos y para la grabación de discos, los empresarios aprovecharon la popularidad de otra forma. Y parece ser que el propio Clapton ayudó en ello, pues permitió que como ídolo publicitario, se le enganchara como caballo de tiro delante del dúo melódico norteamericano Delaney & Bonnie, cuya gira por Europa fue presentada como una especie de espectáculo Clapton.
Tanto en los anuncios publicitarios como en los posters, el único nombre conocido era el de Clapton (pues el dúo norteamericano era totalmente desconocido en aquella época). En los tickets de entrada, el nombre de Clapton figuraba en enormes letras, mientras el nombre del dúo aparecía en letra pequeña. En el texto de acompañamiento se hablaba del superhombre de Blind Faith y del superhombre de un superconjunto musical.
Clapton acompaña, apenas se le oye. Comienzan los primeros coros: Clapton, Clapton, Clapton...... Este sonríe forzado y se vuelve de espaldas. Estos últimos días ha tenido que oír muchas veces tales gritos. Una breve improvisación, la guitarra de Clapton, y enormes aplausos. Cuando Delaney comienza a cantar, el público protesta con silbidos. Delaney se interrumpe y Bonnie insulta al público. Por último, Delaney anuncia un título de Clapton pero este está cansado, no puede o quiere seguir.Estoy nervioso ¡Largaos!. El público se va, pero unos cuantos gamberros arrancan los instrumentos musicales del escenario. Llega la policía, entran en acción los perros, miedo. Finales de noviembre de 1969."
"Al otro lado del Atlántico, en un barrio al sur de Londres, Comparten un pequeño piso los hermanos Knopfler con John Illsley. Otro amigo suyo, también de Deptford, el batería Pick Withers, conociendo su situación económica precaria, les invita a formar un grupo llamado Dire Straits, que en inglés significa algo así como estar en una situación límite.
Reúnen entre todos unas ciento veinte libras, y graban una maqueta con cuatro canciones, entre ellas Sultans of Swing. Pronto son contratados por Fonogram y graban su primer Lp en Londres bajo el patrocinio de Muff Winwood, aquel legendario componente del Spencer Davis Group. La carrera de los Dire Straits es tan corta como apasionante, su líder Mark Knopfler, un escocés de Glasgow amante de los antiguos bluesmen y rockers, semicalvo pese a su corta edad, posee un sonido de guitarra realmente original"
La
fusión de dos de sus miembros daría lugar al nombre que terminó
adquiriendo esta alianza, John Mark y Johnny Almond, músicos
que comenzaron su vida en ambientes diferentes pero que por
casualidad acabarían conociéndose en 1969 cuando trabajaron en la
grabación de 2 álbumes del inagotable John Mayall, una vez
terminada la época de los Bluesbreakers. Es allí donde John
y Johnny se dieron cuenta de la buena conexión que había entre
ellos, no tardaron en decidir que debían unir fuerzas y dar forma a
una criatura que se llamaría Mark Almond, no fueron muy
originales.
Retrocediendo
algo en el tiempo puedo decir que los primeros escarceos de John Mark
arrancan en 1963 grabando un disco con otro miembro que luego
pertenecería a la banda de Cat Stevens. También acompañó a
Marianne Faithfull en sus grabaciones y conciertos ya en 1965,
con ella escribió y realizó arreglos en varias de sus canciones.
Tres años después fundó una agrupación y llegó a registrar con
ellos una única grabación, sin embargo el sello discográfico por
razones desconocidas nunca lo distribuyó ni tampoco hubo ninguna
gira de promoción, dando al traste tan rápido como se había
creado.
En
cuanto al otro miembro clave de Mark Almond, Johnny Almond se
inició tocando en pequeñas bandas con las que llegó a grabar
alguna que otra cosa pero sin trascendencia, proyectos que no
terminaban de consolidar, y así anduvo hasta que en 1969 poco antes
de conocer a John Mark, decide fundar su propio grupo al que denominó
Johnny Almond Music Machinegrabando hasta 2 álbumes.
Lo que vino después ya lo sabemos todos.
Las
buenas vibraciones que surgen entre Mark y Almond van a dar
rápidamente su fruto. Fichan por un pequeño sello llamado Blue
Thumb Records con quien publican dos álbumes, el segundo muy
difundido por las radio fórmulas, sobre todo en EEUU. Su buen hacer
les conduce a grabar con un sello más importante, Columbia
Records con gran peso en tierras americanas. Allí es donde
registrarían Risingen 1972 y un Directo al año
siguiente. La banda entonces estaba compuesta de 7 miembros. Fue en
1972 cuando John Mark sufrió un accidente importante en Hawai,
estuvo convaleciente bastante tiempo, y entre una cosa y otra
decidieron no continuar con la sociedad.
Tiempo
después, en 1975, volvieron a reunirse con intención de ensayar
nuevo material. To the heart (1976) fue el resultado de
esa conciliación, poco tiempo después en 1978 volvieron a registrar
una nueva obra, Other peoples rooms, que aunque no
carecía de calidad no se vendió bien, como les sucedió a muchos
otros en estos años en que la mayoría de público demandaba la
nueva ola de reciente nacimiento. En los años 80 volvían a
disolverse definitivamente. Tras esta errática carrera es meritorio
que su música adquiriese un gran nivel compositivo y no haya apenas
puntos negros en su discografía.
A
lo largo de mi vida he coleccionado muchos vinilos y siempre me han
gustado especialmente aquellos que me transmiten……..que una vez
que los oigo y consigo asimilarlos me producen algún tipo de
reacción. No lo consigo con todos los que me gustan, pero si que
todos los que me transmiten me gustan. Puede ser que me evoquen,
sentimientos, imágenes, sensaciones, épocas, ideas, ….incluso una
amalgama de varios elementos….bien, pues esto que no es fácil, es
lo que me sucede escuchando Rising. Su constitución desde el
principio es como una sacudida mental, cada tema que se sucede me
inspira diversos estados de ánimo fluyendo con una facilidad
pasmosa, y ya os digo que no me resulta sencillo con normalidad, sino
con casos extraordinarios y este es uno de ellos. Como poder explicar
lo que me recorre por la mente…….no hay palabras….no hay
traducción posible…..es un torrente de energía que se convierte
en impulsos que me transportan a rincones que tal vez no sabía que
existían, una auténtica montaña rusa de sentimientos….. Basta de
filosofar….. escuchadlo y si podéis, de verdad……..disfrutar lo
que nos ofrecen.
Ya
desde el primer surco nos sumergen en melancolía, un disco delicado
y gestado por ángeles, nos muestra atmósferas tenues y relajantes
dentro de lo que catalogan como Jazz Rock, tal vez, pero no le veo
una definición propia, es un conglomerado folk, mezclado con rock y
sonidos abiertos. Monday bluesong, como ya indica su
título es una pieza con sentimiento, con el volumen bajo nos
presenta una paleta triste que remarcará poco después la trompeta
de Condon acompañada del contrabajo, acordes menores y olas de
melancolía, para escuchar como muchos otros aquí, un día de lluvia
a través de los cristales. Una pieza corta que se enlaza con la
siguiente, Song for a sad musician, curioso corte con
una guitarra que persigue sus pulsaciones tras las palabras de Mark
en busca de imitación del tono, nuevamente en ambientes de
ensoñación en los que el tiempo parece transcurrir más despacio y
todo es frágil, muy similares en su creación a otras atmósferas de
bandas como JADE WARRIOR, pero sin llegar a ser ácidas.
Organ
grinder nos traslada a otras épocas, con una composición como
si de un cuento se tratase y que nos hace recordar la infancia, esta
dotada de una ingenua frescura difícil de obtener, cargada de buenas
intenciones, pero nuevamente arrastrando melancolía y nostalgia de
tiempos pretéritos en un halo de pureza. Los sonidos acústicos se
suceden y nos movemos en unos márgenes que poco a poco nos calan y
la introversión se sucede ayudado por esos sonidos sencillos, suaves
y frágiles. En I’ll be leaving soon volvemos a
encontrarnos con historias tristes y estructuras delicadas en los que
la guitarra y el saxo conducen toda la breve pieza. No será hasta
What am I living for que podremos ver a todo el equipo
trabajando y sonando a la vez en uno de los cortes más elaborados.
Nuevamente surgen los sentimientos del protagonista de la letra y la
retrospectiva se apodera una vez más. La introducción acústica da
paso a un desarrollo instrumental del grupo al completo dejándose
escuchar por fin al órgano, la guitarra eléctrica y la batería, en
una pieza con un delicioso estribillo de coda repitiendo el título.
Los sentimientos afloran en el oyente con una felicidad apagada.
Damos
la vuelta al plástico y entramos en una segunda cara con piezas más
extensas y trabajadas en lo que a instrumentación se refiere. De
hecho solo encontraremos tres. Riding free es una pieza en la
que encontramos un ritmo más vivo, como queriendo infundirnos de esa
libertad que sugiere el nombre de la canción. Se produce una potente
base rítmica a modo de galope con un trabajo virtuoso de la batería
que se quedará a solas, durante una fase central. Hay explosión de
metales haciendo arreglos y las percusiones son muchas y variadas. La
guitarra ejerce movimientos violentos y distorsionados, y se respira
un ambiente criollo en algunos trances. Tras esta convulsión
regresamos a la serena paz de The little prince, otra
especie de cuento que nos habla de la infancia de un príncipe en una
atmósfera frágil y delicada, algo que se les da de maravilla
inundando de luz tenue, sentimiento y melancolía, aunque por
momentos surge la posibilidad de tenebrismo e incertidumbre, un
cúmulo de sensaciones a través de un minimalismo sonoro.
Para
el final se guardan la que tal vez para mi gusto sea la mejor piedra
preciosa del conglomerado, The phoenix. En ella es el
piano quien lleva el hilo conductor y el que se encarga de hacernos
percibir los sentimientos de la letra triste y en parte atormentada
que va recorriendo los diversos estados. Una profunda revelación que
termina por romper en la orquestación con el estribillo suplicante
coreado por todos, en estructuración de la canción similar a What
am I living for.
No
me cansaré de decirlo, todo ternura, elegancia, pulcritud,
exquisitez y sutileza. Un gran descubrimiento.