"Queen fue uno de los grupos que surgió del boom del glam-rock a principios de 1973. Sus cuatro componentes: Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor acostumbraban a salir totalmente maquillados al escenario, como unas muñequitas dedicadas al rock'n'roll.
Su gran éxito llegó en 1975 con el álbum 'A night at the Opera' y el single "Bohemian rapsody", proclamado por la industria Fonográfica británica como el mejor disco de los últimos veinticinco años. con su otro álbum "News of the world" llegaron al numero uno en Estados Unidos, y en 1978 realizaron una gira mundial con una gigantesca organización, un equipo de luminotecnia nunca visto anteriormente y una imagen totalmente nueva par el grupo. Todo ello quedaría plasmado en el doble en directo Live Killers, uno de los discos más apoteósicos y espectaculares de la década."
John
Heyworth............Guitarra eléctrica y acústica, voz
Iain
Clark......................Batería
Kevin
McCarthy............Bajo
Peter
Jennings.............Órgano, mellotrón, piano
1ª cara:
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To play your little game
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Winter is coming again
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Time for bed
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Cressida
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Home and where I long to be
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Depression
2ª
cara:
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One of a group
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Lights in my mind
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The only earthman in town
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Spring' 69
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Down down
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Tomorrow is a whole new day
Esta es una de esas
bandas a las que se les reconoce bastante bien su origen, su
personalidad, sus raíces en el rock sinfónico primigenio, con un
estilo de proto-prog, que comulga perfectamente con el realizado por
otras formaciones coetáneas como CARAVAN, que además se
convertiría en uno de los baluartes de un movimiento que surgió a
finales de los 60 y principios de la década de los 70, acuñado con
el nombre de Sonido Canterbury, y que a nadie
que esté interesado por estas músicas se le escapa ya. Pero hubo
más jóvenes que enarbolaron la experiencia, llevándola unos u
otros hacia diferentes facetas musicales. SOFT MACHINE,
MATCHING MOLE, NATIONAL HEALTH, etc,
encauzados por sendas más experimentales e imprevisibles, auténticos
monstruos del virtuosismo. Luego, combos como SPRING, CARAVAN,
FANTASY y los mismos CRESSIDA se inclinaron por otros
derroteros en pos de un sonido más melódico y menos exigente en
cuanto a innovación, pero también muy elaborado, dejando la
fantasía en mayor medida al Hammond utilizado por su teclista.
Nuestros amigos de
CRESSIDA se constituyen oficialmente en marzo de 1968, en
plena época hippie, y es que algo de ella se desprende en su forma
de interpretar la nueva ola que proviene de la zona de Canterbury.
Inicialmente se les denominó CHARGE, incluyendo en su
repertorio covers de THE DOORS, DRIFTERS y SPIRIT junto a otras
composiciones originales. Tras una serie de conciertos y sesiones
conseguirán un contrato de grabación con el sello Vertigo,
volcados en conocer bandas innovadoras y afines a sonidos
experimentales a las se les intuya un potencial por explotar. En ese
instante es cuando deciden cambiar su nombre a CRESSIDA, tras
sustraerlo de una obra de William Shakespeare, coincidiendo con el
abandono de su teclista original que decide no continuar al frente.
Los primeros
conciertos con su nuevo alias fueron en Alemania, tierra afín a las
nuevas fórmulas de rock, acompañando a gente que empezaba a hacerse
un hueco en el espectáculo como COLOSSEUM, EAST OF EDEN, durante el
otoño de 1969. Pero donde más se prodigó fue en los circuitos
universitarios, así como en los clubes de Londres, escenarios de
aforo más bien limitado, donde emergían, y bullían las nuevas
experiencias. Dentro ya de su casa discográfica Vertigo atravesaron
un mal momento cuando a principios de 1970 se ve obligado a marchar
su primer guitarra John Heyworth, dejando algo tocado
al grupo, después de firmar el debut discográfico con gran
profesionalidad, debido a asuntos personales. Si a esto le sumamos
que Vertigo no va a continuar respaldando al proyecto
incomprensiblemente, sin razón clara, la situación se hace
precaria, un profundo bache que no van a poder sortear, de manera que
a pesar de su buen hacer, todo se va al carajo y se produce la
disolución irreversible. Su segundo álbum de estudio se lanzaría
ya en septiembre de 1970 tras la desaparición. Inesperadamente 40
años después de esta despedida se ha publicado un álbum
conteniendo material de su primer trabajo y algunos cortes no
incluidos, singles, etc. y parece que promete ser interesante.
Su homónimo disco
inicial es una obra que respira ilusión y una cierta inocencia
musical en la que triunfa sin duda alguna la aparición de un órgano
Hammond omnipresente y absorbente encargado de dominar la escena de
las composiciones con mayor protagonismo, se embarca en un torrente
de notas aceleradas en ascensos y descensos sin un esquema claro,
producto de la improvisación y cierto aire experimental de jazz.
Esto supone todo un regalo para los sentidos. En otras fases el
órgano dará paso al mellotrón, otro instrumento que estaban
descubriendo y del que van a sacar partido.
Le acompaña
fielmente una base rítmica enérgica de ritmos vivos, frescos y
vertiginosos, con rápidos giros sin aliento muchas veces, cambiando
constantemente el tempo. La guitarra eléctrica es suave pero
aguerrida con un trasfondo psicodélico que arrastran del hippismo
sin haberse despojado definitivamente de sus vestiduras. En cuanto a
la acústica, está muy activa y la encontramos en muchas ocasiones
interpretándose con suavidad y punteos que suponen delicados
instantes. No es para menos la voz, que aporta también calidez y
melodiosidad al entorno con una entonación clásica del Canterbury,
haciendo que funcione frecuentemente como un instrumento más, en
lugar de hacer de conductor de la trama o nexo de unión.
El primitivismo de
rock sinfónico existente se demuestra en una producción sencilla,
sin apenas arreglos dignos de mención, sin efectos, muy purista en
su concepción de sonido limpio, todo un producto natural directo al
cerebro. También refuerza este concepto su sonido carente de
variedad, todos sus temas se mueven en un fondo creativo muy similar,
partiendo del órgano y dejando que se desarrollen con cierta
experimentación la performance de los tracks, sin esquema claramente
establecido, sin fases claramente determinadas, no hay estratos que
nos embarquen en otras dimensiones. Es el triunfo de la improvisación
por encima de un trabajo madurado. Melodías desenfadadas, nada
pretenciosas donde la percusión y la guitarra se ocupan de
establecer diferencias para hacer la travesía menos monótona,
tratando de compensar el excesivo peso de las teclas.
Caterva de buenos
músicos a los que les falta un grado de maduración, compensado con
el buen conocimiento de que tienen de sus respectivos instrumentos y
la frescura que imprimen los inicios de la creatividad. Piezas
compuestas en compases clásicos de 4/4 donde las piezas, más que
piezas parecen extractos, sin un principio y un fin claros, donde se
echa de menos algún elemento que aporte un desequilibrio, ideas no
llevadas a toda su plenitud. A veces el órgano se queda solo
componiendo un monólogo sobre el silencio que hay bajo su presencia.
El disco termina con un tema en el que el mellotrón y las voces
generan posiblemente el único episodio épico de todo el viaje.
"Cinco días después, el 10 de julio, Brian fue enterrado a casi cuatro metros de profundidad en el cementerio de Cheltenham para impedir el asalto de posibles ladrones de cadáveres. Fue sepultado en un ataúd de bronce y plata, recién llegado de Estados Unidos y pagado por Bob Dylan.
Pero al entierro solo acudieron Charlie Watts y Bill Wyman. Keith Richards se negó, mientras que Mick Jagger y Marianne Faithfull estaban volando hacia Australia, donde Mick Jagger filmaría la película Ned Kelly; mientras Marianne Faithfull sería ingresada en un hospital de Sídney, victima de un shock por culpa de la heroína.
Es curioso que los más sentidos y dolidos pésames fueran los de Jimi Hendrix y JimMorrison, que no tardarían en morir, formando el club de los veintisiete años. Todos murieron a esa edad, como Janis Joplin y Amy Winehouse. Los Doors incluso escribieron Tightrope ride en su honor. Mick Jagger se acordó de Brian en Shine a light, la canción de Exile on main street que sirvió para el título del documental dirigido por Martin Scorsese."
(Julián Ruiz: El sargento Pepper nunca estuvo allí)