Reg King……………...…….Guitarra rítmica, voz, piano y teclados
Brian Godding……..…….Guitarra solista
Mick Evans……..………...Bajo
Roger Powell…..…..…...Batería
Colaboraciones destacadas………………..Ian Whiteman, Marc Charig, Elton Dean, Mick Taylor, Brian Auger, Nick Jones, Peter Dale
1ª Cara:
- Must be something else around
- You go have yourself a good time
- That ain’t living
- In my dreams
- Little boy
2ª Cara:
- 10.000 miles
- Down the drain
- Savannah
- Gone away
Antes de publicar en solitario este álbum, Reggie estuvo al frente de ACTION, un grupo de la órbita ‘mod’, de hecho el preferido de los mods, menos pop que sus contemporáneos THE WHO o SMALL FACES, pero siempre clandestinos, lo que los hacía más atractivos, a pesar de contar con un numeroso público. Seguramente debido a esto nunca llegaron a las listas de éxitos, siempre desconocidos hasta el resurgimiento del estilo mod en los años 80 y 90.
Reggie King había dejado la escuela en Hamstead (Londres) a los 16 años y tras realizar trabajos sencillos, decidió unirse a Roger Powell, Alan King y Mick Evans junto a la cantante Sandra Barry, para forma THE BOYS, que practicaban beat. El amor al Soul provocó que dieran un giro musical y formaron ACTION, tocando versiones en un principio. Pero en 1965 consiguen un contrato discográfico con Parlophone, donde realizaron una serie de sencillos, en los que destacaba la voz de Reggie muy acorde a los cantantes de soul americano que tanto gustaban a éste.
Ya en 1967, los sonidos limpios de soul quedaban obsoletos y King que había quedado impresionado con “Pet sounds” de BEACH BOYS, comenzó a interesarse por la psicodelia, y la influencia de THE BYRDS, fue básica. El problema es que no consiguieron grabar un álbum completo con Parlophone por dificultades dentro del sello, que se mantenía a duras penas. Además de esto, después de un lamentable concierto en el club Blue Lagoon, que acabó con multa por desperfectos, Reg abandonó la banda.
Intentaría continuar como productor y vocalista de sesión, pero nunca consiguió sobresalir con su trabajo. Su álbum se vendería muy mal, cayendo un el olvido. Reg se proclamó compositor, arreglista y productor para su obra en solitario. Y desde luego escuchándolo puedes dar fe de que su producción fue un desastre, no hace falta ser un experto en música para darse cuenta.
A pesar de haberse rodeado de grandes músicos del momento que colaborarán, más unos que otros, en todas las canciones el resultado no fue nada brillante. A King la producción le quedó como el culo, sin más. La grabación ya muestra muchas carencias, la ambientación es extraña y oclusiva provista de un sonido áspero que permanece hasta el final. La energía no está bien focalizada y se producen altibajos en el volumen en la entrada en acción de los instrumentos, algo que avisa de una producción defectuosa. Existe cacofonía y confusión cuando los instrumentos funcionan al completo y algunos finales son precipitados acabando de manera brusca o sin bajar la intensidad de volumen de forma correcta. Leyendo los créditos de la contraportada descubro que entre el colectivo de ingenieros que participaron en la grabación hay un tal “Eddie Offord”, casi nada. Seguro que no recordará esa labor con mucho interés, ni quiera hablar de ella, como si nunca hubiera existido.
Si nos centramos exclusivamente en el aspecto compositivo y musical del disco, hay que decir que todos los cortes están escritos por Reg y Peter Dale. La versatilidad es patente, mucha variedad, las influencias que recibe a lo largo de su carrera aparecen dibujadas en sus temas. Rock de raíz, soul, música negra, percusiones, riffs explosivos, swing, distorsión, estilo británico de los 60 con gran aderezo de su pasado mod, y mucho, mucho arrojo y sentimiento.
La fuerza del músico se observa en sus entradas con la guitarra rítmica que forja la estructura temporal de la composición sonando en muchos casos, más potente incluso que la guitarra solista, algo extraño, que tal vez podemos asociar a la también inaudita producción del mismo. A pesar de su grabación sorprende gratamente la autenticidad musical y la frescura que derrochan las piezas que se van sucediendo. Estamos ante un conjunto de buenas composiciones. Los arreglos mayoritariamente son realizados por el piano, pero también encontramos los instrumentos de viento. Su función unas veces más acertadas que otras, puesto que en algún caso los arreglos de piano son ocultados por instrumentos que enciman. También se observan guitarras desafinadas (That ain’t living ,Down the drain) que discurren paralelas por otro universo lo mejor de todo es su voz racial y emocional cercana a la de Rod Stewart de FACES.
Cuando llegamos a Savannah, descubrimos que sin duda es su mejor corte, y además el más largo, con casi 12 minutos nada menos, pero también es donde se aprecia muy bien su fracasada producción con un batiburrillo instrumental hacia el final donde no hay quien se aclare, un coctail de buena música pero donde no somos capaces de descubrir los sabores. Nada más empezar con una calma en la guitarra que precede a la tempestad, King empieza a generar un riff rítmico que ya no abandonará y que sustenta todo el bloque. Energía en estado puro que va “in crescendo” sumando instrumentos y decibelios. Es el momento en el que Brian Auger se luce al órgano siguiendo la endiablada guitarra o haciendo solos con enormes barridos, algo que gusta mucho a Brian. Una pieza machacona que atraviesa varias fases donde el riff cada vez es más incendiario llegando a un tope sónico en el que reina la indefinición y la cacofonía. Los solos de la guitarra de Godding se suceden entre secciones, al igual que las intervenciones del órgano. Podríamos calificar Savannah como el transcurso de una tormenta. Una introducción dura, la fase de descarga y un final donde poco a poco va amainando con una lluvia que acaba por cesar.
La coda como dice su título Gone away, nos lleva lejos, una maravilla protagonizada por el órgano con una cadencia descendente y una performance que bien podría pertenecer a PROCOL HARUM, y con similitud a títulos como “Homburg” ó “pilgrim progress”. Su estilo esta alejado de la fuerza empleada en piezas como “Savannah”, mostrando el lado más soñador y sensible de Reggie.
Su andadura musical tuvo un trágico final ya que sufrió un accidente cayendo por una escaleras que le provocó una lesión por la que fue operado con cirugía neural. Esto sucedió al poco de haberse unido a la banda BB BLUNDER. Moriría a los 65 años, pero a causa de un cáncer. Un hombre que tal vez nunca supo encontrar su sitio y que atormentado se quedó a medio camino.